jueves, 27 de marzo de 2008

Desglobalizar



Remontarse a 1967, dar con el canadiense McLuhan y que cuente como las comunicaciones transformarían a toda la sociedad humana bajo el estilo de vida de una misma aldea. Entender por medio del concepto de Aldea Global, la capacidad de las tecnologias de la información y comunicación de acortar distancias culturales entre las personas.

Pero es la globalización, conquistadora que no viaja en carabelas, la que impone una misma cultura para las distintas aldeas. Según el sociólogo canadiense, a partir del cine el mundo se americanizó, la totalidad del modo de vida norteamericano, se convirtió en un anuncio interminable.

Por otra parte, queda lejos de la realidad el término "aldea", como lugar de solidaridad e interacción entre los individuos, cuando son muchos los excluídos de Internet. Y ni hablar, si se tiene en cuenta que no se privilegia a la interculturalidad. Se han aplastado modos de vida de naciones no hegemonicas, a tal punto que hoy en día esto es ni es percibido por los individuos, haciendo del desarraigo a la cultura originaria, algo de lo más común y hasta un beneficio, a la hora de escaparle a lo "anticuado".

Herbert Schiller, afirma que una nación cuyos medios de difusión están dominados por el extranjero, no es una nación. Pero frente a conceptos apocalipticos y palabras de como las de René Char, hoy se puede encontrar aire en algo más que cerrar los ojos por ver algo que valga la pena mirar. Así, surge la idea de aldeizar el globo. Para esto, la aparición del Blog, como medio de comunicación propio de cada individuo puede contrarrestrar la avalancha de información de los grandes medios.
Sin Embargo no alcanza con esto, ya que hace falta en los emisores, conciencia en cuanto al grado de valor de la información que transfieren.
En un contexto donde los medios masivos de comunicación buscan un público homogeneo, estereotipado, para hacer llegar los mensajes de modo más facil y a menor costo; el interés por una cultura no hegemonica es base de toda vanguardia. Y a su vez, sustento para privilegiar la cultura propia de cada aldea por sobre la del globo.

Nacho

martes, 25 de marzo de 2008

Los muertos

Recordé, al nacer, que antes de llegar fuí muerto.
Vivía en un huerto, campo, ciudad, balneario y monte, un lugar que trascendía el arquetipo de "sitio", donde no había diferencia de espacio, ni especies.
Podía ser perro, holandes, diva, toro, buho, uva, estrella, montaña, colador y/o marea.
La diversidad era tan religiosa que nada era diferente.
Una vez, me ví flor. Tenía mi parcela de cielo, una parcela que no pertecía a ningún difunto tirando de mis raíces, quizá lamento por lo que no hizo o mendigo de reivindicaciones.
Todo era eterno, nadie moría más que muerto.
Los segundos no eran prisioneros de los minutos, nunca pasaban, ni se esperaban; no sabíamos contar y sin embargo nunca llegabamos tarde.
Es cierto, nadie confiaba en nadie, pero se debía a que nunca habiamos desconfiado. Así, el intercambio propiciaba un sistema que denominabamos: "fiado", donde todos debían a todos, pagaban con deudas, logrando una neutralidad que las imposibilite.
No existía quien profese el amor, puesto que todos amaban sin necesidad de saber que es amar.
Tampoco se comprendía que es la maldad, pero su traducción más cercana era: "razones".
La desorganización se presentaba en su máxima expresión, sin embargo no se carecía de organización, ya que la concordancía devenía en una estructura que seguía su propia lógica.
Como no existía el concepto de lugar, las calles no tenían nombre; como no tenían nombre, nadie se perdía; como era imposible perderse, nadie tenía hogar; como nadie tenía hogar, ninguno podía esconder sus pertenencias; como no se podía esconderlas, todo se prestaba; como compartíamos, no había a quién mendigar; y como no había a quién mendigar, nadie quería más. Más, pedí cuando dije mi primera palabra y olvidé aquel mundo.

Nacho