jueves, 25 de junio de 2009

Se tiene que aprender a amar

Así nos sucede en la música: primero se tiene que aprender a oír, a entreoír, a distinguir una figura y un motivo, a aislarla y a delimitarla como a una vida por sí sola, luego se requiere esfuerzo y buena voluntad para tolerarla a pesar de su extrañeza, paciencia frente a su mirada y expresión, practicar la generosidad frente a lo sorprendente que hay en ella -: finalmente llega un instante en que estamos habituados a ella, en que la esperamos, presentimos que nos haría falta, si faltase; y luego ejerce más y más su imposición y hechizo y no acaba hasta que nos hemos convertido en su humilde y arrobado amante, que no quiere nada mejor del mundo más que a ella y solo a ella. Pero no sólo con la música nos sucede así: precisamente así es como hemos aprendido a amar todas las cosas que amamos. Por último, siempre seremos recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, equidad, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se despoja lentamente de su velo y se muestra como una nueva e indecible belleza: es su agradecimiento por nuestra hospitalidad. También quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido por esa vía: no hay ningún otro camino. También el amor se tiene que aprender.

Friederich Nietzsche